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De la serie anatomía para todos: | |||
Altos Elfos | |||
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Nombre científico | Altus Elfus Amariconausus | ||
Localización | Ulthuan | ||
Función principal | Ser los buenos buenísimos | ||
Función secundaria | Dar por culo (literalmente) a los demás | ||
Aspecto general | Elfoide | ||
Número habitual | Siempre constante | ||
Vital / no vital | Vitalmente no vitales | ||
Nivel de frikismo | Mucho muchisimo | ||
Ejemplo de poseedor | Legolas |
Habitantes de la isla de Ulthuan, los Altos Elfos son los componentes del ejército mas gay guay que existe en el mundo de Warhammer. Son los mas guapos, los más listos, los más sabios, y por supuesto, los más altos. Por que son elfos. Y altos. Sus tropas son las mas disciplinadas, y limpias, y organizadas, y las más altas. No es raro pues, que la mayoría de los jugadores de Warhammer los considere el ejército más odiado querido de todos.
La isla donde viven los Altos Elfos. La más bonita de todas. Abundante en bosques verdes, rojos, amarillos, y de todos los colores imaginables. Y playas. Montones de playas paradisíacas, donde los elfos se bañan, ligan con otros elfos, juegan al bingo y atrapan mariposas. Se supone que es imposible llegar para nadie que no la haya visitado antes, pero esto es un engaño de marketing de las agencias de viaje de Altdorf, ya que incluso los goblins han conseguido llegar. A veces, los ulthuantenienses se deciden a viajar fuera de la isla, pero en menos de cuatro ciclos lunares sienten morriña, y se deciden a volver.
Es una isla bastante concurrida, sobre todo por los primos-hermanos de los Altos Elfos, los Elfos Oscuros. Lo que pasa es que los Altos miran por encima del hombro a los Oscuros, y como son unos racistas, pues se lían a palos. Cada dos por tres. No hacen más que pelearse, pues a los Oscuros les gusta tanto Ulthuan, que la quieren para ellos. Pero no lo consiguen, aunque se cree que acaban de crear una bomba nuclear de piedra bruja que planean lanzar en cualquier momento.
En el inicio de los tiempos, los Altos Elfos fueron colocados en su querida isla por una especie de sapos cabezones y tripudos conocidos como Slann. Y los elfos encantados de la vida, oye. El problema es que en un plano astral diferente de 24000 dimensiones habitan unos seres malos malísimos conocidos como Dioses del Caos, que querían la isla para ellos. Así que abrieron una abertura en el mundo de Warhammer, y lanzaron cantidad de Demonios. Había de todos los gustos: grandes, pequeños, rosas, rojos, cheposos y cornudos. Sobre todo cornudos. Y todos juntos, cogidos de las manitas, se fueron a atacar Ulthuan.
Peeeero, un elfo conocido como Aenarion no estaba dispuesto a dejar de jugar al bingo en su playa favorita. Y se rebotó, con razón. Reclutó a un ejército de paisanos, y con la ayuda de un gran mago amigo suyo de la infancia conocido como Caledor, plantó cara a los Demonios. Menuda batalla la que sucedió. Esas si que eran batallas, y no las de hoy en día. Dragones, hechizos poderosísimos de nivel de lanzamiento 524+, y lanzas que ni las de Nacho Vidal. Y aun así, los Demonios se les resistían. Y mataron a la mujer de Aenarion. Él estaba encantado, por que con los años la tía había empeorado una barbaridad, pero como su suegra no hacía más que culparlo, pues se tuvo que vengar. Y como no tenía un arma decente, pues fue al templo de su Dios de la Guerra favorito, y le mangó la espada. La más bonita, potente y encantada que encontró. Y con ella ganó a algunos demonios.
Su amigo Caledor, celoso por que la gloria iba para otro, discurrió un plan de agárrate y no te menees. Cogió a un grupo de yonquis, y se dispuso a lanzar un hechizo para que los Demonios se largaran. Sabía que era un suicidio, pero según él, antes muerto que sencillo, así que lo hizo. Y tuvo éxito, pero no tanta fama como esperaba. Mala suerte majo.
Al poco tiempo, cuando la guerra terminó y Aenarion fue a devolver la espada al templo, Khaine, el propietario legal de su espada se enfadó, ya que el seguro no cubría los daños que la espada causase a terceros si no la portaba él mismo. Y de una somanta de hostias lo dejó tieso.
Una vez murió el jefe, considerado presidente de la isla post mortem, hubo que hacer elecciones. Su hijo Malekith pensaba que sería el, ya que había oido que de tal palo tal astilla. Así que si su padre fué lider, el también. Lo que el no tuvo en cuenta es que era hijo de la segunda mujer de su padre, una zorra pura dama que respondía al nombre de Morathi. Y este tipo de hijos no estaba muy bien visto entre los Elfos. Así que mediante el noble arte del puchelazo, eligieron a otro politicucho llamado Bel-yoquesé.
Malekith, que era más falso que judas, dijo que aceptó la elección, pero en realidad estaba más jodido que una puta gratis. Y se largó pensando en como vengarse. Se fue por el mundo cual marco, y cuando fue el mejor guerrero, mago, politico y jugador de tenis, volvió. Dijo que Bel-yoquesé se tiraba a su madre, y que eso estaba muy feo. Despues lo envnenó. Cuando lo hizo, estaba de tripis hasta el culo, y dijo que para probar que él era el verdadero líder de los Elfos, se metería en el fuego. Y claro, se quemó. Como un gorrin a la barbacoa.
Después de eso, se escapo hacia el otro lado del mar con su mami, y creó una secta de elfos, que fueron llamados Elfos Oscuros, en honor a la ennegrecida piel de su líder. Desde entonces, cada dos por tres Malekith intenta adueñarse de la isla, aunque nunca lo consigue.
Lo que pasó entre las elecciones y el dia de ayer no le interesa ni a Dios. Guerras, violaciones, diseño de moda, y demás patrañas. Pero hoy la cosa ha cambiado. La isla la dirige un tal Finubar, y los elfos más conocidos son Tyrion y Teclis, dos gemelos descendientes de Aenarion, que aun siendo gemelos, no se parecen ni en el apellido. Uno es un flojo capaz de hacer juegos de magia, y el otro se cree que es el mejor espadachín del mundo, aunque en realidad no entra ni en el Top 100 del Viejo Mundo. Se dedican a ir de un sitio a otro creyendose los reyes del mambo, y no se da cuenta de que los demás se ríen de ellos.
Los AE adoran a multitud de dioses, algunos de los cuales molones, y otros pues no tanto. A algunos los rezan de vez en cuando, y a otros solo cuando se acuerdan. Y lo único que tienen en común todos ellos, es que como se les enfade, se puede liar una bien parda. Éstos son algunos de esos dioses tan cabrones benévolos.
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